
Hemos hablado de la importancia de contemplar el amanecer y el atardecer, del viaje del Sol en su recorrido entre el Cénit y el Nadir, así como de cada paso intermedio en este trayecto, desde los solsticios hasta los equinoccios. Todo este recorrido solar nos invita a conectar con los ciclos que se despliegan ante nosotros. Esos momentos significativos del Sol nos abren a una comprensión más profunda de nuestra existencia. Los ancestros, con su gran sabiduría, seguían el caminar del Sol a lo largo del día, encontrando en su luz la guía para el siguiente ciclo. Aunque hoy en día tal vez no otorguemos tanta relevancia a estos momentos, su influencia sigue presente en nuestras vidas, recordándonos que siempre estamos en sintonía con el ritmo del universo.
Hoy vivimos el equinoccio de otoño, un momento cósmico en el que el día y la noche equilibran sus fuerzas. La duración de la luz y la oscuridad es igual, lo cual es un fenómeno físico, pero también simboliza el equilibrio en la naturaleza y a nivel espiritual. Este momento de balance nos invita a ordenar las fuerzas que nos acompañan en este camino mágico, sin confrontación. Aprovechemos este instante de equilibrio para alcanzar nuestro propio balance interior.
El equinoccio abre un umbral y por eso es significativo contemplarlo. Podemos encender una vela roja y una blanca, que iluminan los portales hacia dimensiones más profundas. Dediquemos un momento a la concentración, ya sea con los ojos abiertos o cerrados, y dejemos que nuestros propósitos fluyan sin límites. Observemos el camino del Sol durante el día y abramonos a los mensajes que nos trae para el ciclo que se abre hasta el Nadir.
~Denise Barrios
Basado en los texts de Tat Carlos Barrios
Comments